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Cobalto, litio, galio… Las materias primas que pueden desencadenar la próxima crisis financiera

Los minerales estratégicos se mantienen en pocas manos y las restricciones de China presionan aún más el mercado, ante este panorama las grandes empresas como Apple y Microsoft buscan alternativas en su reciclaje.
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A lo largo de la historia, las crisis financieras han surgido de lugares inesperados. En 1973 fue el petróleo, en 2008 el sector inmobiliario y en 2020 una pandemia global. Ahora, hay señales de que la próxima gran crisis económica podría tener su origen en algo menos visible, pero igual de crucial: los minerales estratégicos que sostienen la tecnología moderna.

Los mercados han ignorado durante años la importancia de estos materiales. Sin ellos, no tendríamos baterías para coches eléctricos, chips avanzados, pantallas LED o turbinas eólicas. Pero la demanda ha crecido tanto y tan rápido que el mundo no puede producir lo suficiente.

Explorar, desarrollar y poner en marcha una mina de estos minerales lleva más de una década, y en muchos casos, las reservas conocidas están en territorios con regulaciones estrictas o conflictos geopolíticos. Mientras tanto, las empresas tecnológicas, los fabricantes de baterías y la industria militar están atrapados en una carrera por asegurarse los suministros antes de que sea demasiado tarde.

En algunos casos, la escasez es tan grave que empieza a parecerse a la crisis del petróleo de los años 70. Y como entonces, el impacto no se quedará solo en un sector, sino que podría desencadenar un efecto dominó en toda la economía global.

¿En qué se utilizan estos metales estratégicos?

Cada vez que desbloqueas tu teléfono móvil, hay materiales estratégicos en acción. La pantalla utiliza indio y europio, la batería necesita litio y cobalto y los circuitos dependen del galio y el germanio. Los discos duros de los ordenadores llevan cobalto, los coches eléctricos usan neodimio en los imanes de sus motores y los paneles solares requieren telurio y cadmio.

Estos minerales son tan esenciales que hasta la industria militar los necesita. Un solo caza de combate moderno puede llevar más de 400 kilos de tierras raras en sus sistemas electrónicos. Los submarinos nucleares, los radares avanzados y los drones de combate dependen de elementos como el samario y el disprosio. Sin estos materiales, la tecnología de defensa quedaría obsoleta y la capacidad industrial de muchos países colapsaría.

¿Quién controla estos metales estratégicos?

El verdadero problema no es solo la falta de minerales, sino quién los controla. China posee un tercio de las reservas de tierras raras del planeta, pero refina el 96 % del suministro mundial. En algunos metales, su dominio es total. Produce el 98 % del galio mundial, el 90 % de las tierras raras y el 80 % del grafito de calidad para baterías.

Durante décadas, Estados Unidos y Europa dejaron que China se convirtiera en la fábrica del mundo. El resultado es que ahora dependen completamente de Pekín para abastecerse de los materiales críticos de la era digital. En 2023, cuando la administración Biden impuso restricciones a la exportación de chips avanzados a China, Pekín respondió prohibiendo la venta de galio y germanio a empresas estadounidenses. La industria de semiconductores sintió el golpe de inmediato. En 2010, China hizo lo mismo con Japón en plena disputa territorial, cortando el suministro de tierras raras.

Ahora, el gobierno chino ha endurecido aún más las restricciones. En enero de 2025 anunció nuevos controles sobre la exportación de tungsteno, telurio, bismuto e indio, minerales esenciales para la fabricación de circuitos electrónicos y paneles solares. Mientras tanto, sigue comprando minas de litio y cobre en África, América Latina y Asia para asegurarse el control absoluto de la cadena de suministro global.

El riesgo de una nueva crisis financiera

Los precios del litio, el cobalto y el cobre están en máximos históricos. En algunos casos, se han triplicado en los últimos cinco años. El cobalto, que se extrae en un 70% de la República Democrática del Congo, ha disparado su cotización debido a la inestabilidad en la región. El cobre, fundamental para la electrificación de la economía, ha superado los 10.000 dólares por tonelada ante la falta de nuevas minas en desarrollo.

Las grandes empresas tecnológicas han comenzado a reaccionar. Tesla ha firmado acuerdos directos con minas en Argentina y Australia para asegurar su suministro de litio. Apple y Microsoft están invirtiendo en reciclaje de metales estratégicos para reducir su dependencia de la minería. La Unión Europea ha aprobado un plan para diversificar sus fuentes de suministro y reducir su exposición a China. Pero todas estas soluciones requieren tiempo y el mercado se mueve más rápido que la política.

Las grandes crisis económicas suelen empezar con una burbuja en un sector estratégico. En los años 70 fue el petróleo, en 2008, la crisis inmobiliaria y financiera.

La demanda de litio crecerá un 500 % para 2050, según la Agencia Internacional de Energía. La de cobalto aumentará un 300 %. Pero el mundo no tiene suficiente capacidad de producción para cubrir esa demanda. Las inversiones en minería llevan años de retraso y los proyectos actuales no serán suficientes.

Si los precios siguen subiendo y las restricciones chinas se intensifican, los efectos se sentirán en toda la economía. Los productos electrónicos serán más caros, la transición energética se ralentizará y las empresas que dependen de estos materiales verán sus márgenes reducidos.

 

 

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