Alemania, Francia, España… las grandes economías europeas ‘sobreviven’ sin presupuestos
- El PIB de la Eurozona se paralizó en el cuarto trimestre de 2024 y presiona al BCE a seguir bajando tipos
- Alemania, atrapada en la crisis: su PIB cayó en 2024 por segundo año consecutivo lastrado por la industria
- Los aranceles de Trump amenazan la inversión directa de EEUU en la industria ‘made in Spain’
La Unión Europea afronta una época de frío polar en lo económico sin un liderazgo fuerte que le permita sobrellevar mejor las amenazas arancelarias de Donald Trump, con crisis políticas de envergadura a nivel doméstico, grandes reformas pendientes y con desequilibrios fiscales de calado en varias de sus principales economías. Tres de las cuatro mayores no tienen aún presupuestos para este año y aprobarlos no va a ser tarea sencilla ni en Berlín ni en París o Madrid.
En Alemania todo está paralizado hasta después de las elecciones anticipadas del 23 de febrero. La ‘locomotora’ europea transita hacia esos comicios con la economía en contracción por segundo año consecutivo (su PIB cayó un 0,2% en el conjunto de 2024), lo que ha obligado al Gobierno de Olaf Scholz a recortar de forma drástica sus previsiones para este año. Ahora contempla un crecimiento de apenas el 0,3%, un cálculo más en línea con el publicado recientemente por su banco central, el Bundesbank (0,2%). Hace sólo unos meses el Ejecutivo preveía un avance del 1,1%.
En este marco, el parlamento germano (Bundestag) tendrá que esperar como pronto hasta mayo para poder dar luz verde al nuevo presupuesto. Todo dependerá de lo que se prolonguen las negociaciones para conformar gobierno. De momento, las encuestas dan como opciones más viables, bien una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, bien un gobierno del bloque de los conservadores y verdes. La ultraderecha, mientras tanto,
Errores de calado en la política económica alemana
La elaboración de las cuentas de 2025 y la falta de consenso sobre las medidas económicas con que hacer frente a la crisis desencadenaron la ruptura, a principios de noviembre, de la coalición semáforo entre socialdemócratas, verdes y liberales. La necesidad de cerrar un agujero fiscal de 12.000 millones de euros y de seguir proporcionando ayuda a Ucrania llevó al canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, a proponer a su entonces ministro de Finanzas -el liberal Christian Lindner- que declarase una emergencia para poder esquivar el freno de la deuda. La Constitución sólo permite al Estado federal endeudarse hasta un tope equivalente al 0,35% de su PIB cada año. Lindner se negó y Scholz lo cesó.
En contra de lo que sucede en Francia, la crisis que atraviesa Alemania no viene de la disciplina fiscal, sino de no haber invertido lo suficiente y de varios errores de cálculo en lo geopolítico. Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano y consejera independiente del Banco de España, explica en ‘La Información Económica’ que durante décadas Berlín ha apostado mucho por las industrias mecánica y química -que hasta ahora habían sido palanca de su economía a través de las exportaciones- y apenas ha invertido en digitalización. A esto se suman decisiones del pasado que le están «pasando factura» en la actualidad, como su dependencia del gas ruso o del comercio de bienes con China.
Francia, más cerca de Grecia que de Portugal
Preocupante resulta también la situación de Francia. Con un procedimiento por déficit excesivo abierto ya, el país habría despedido el pasado ejercicio con un agujero en sus cuentas del 6,1% y la ratio de deuda alcanzó el 113,7% del PIB a cierre del tercer trimestre (sólo superada por Grecia e Italia). El gobierno de Fançois Bayrou ha revisado a la baja dos décimas el crecimiento previsto este año hasta el 0,9% y ha elevado el agujero entre ingresos y gastos públicos cuatro décimas hasta el 5,4%.
Bayrou pretende sacar adelante en los próximos tres meses una reforma de las pensiones que retrase la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años, pero lo va a tener difícil. Será uno de sus principales objetivos a corto plazo junto con el de aprobar los presupuestos de 2025 que, en principio, contemplan un recorte del gasto de 30.000 millones. Pese a que Bruselas ha dado el visto bueno a su Plan Fiscal y Estructural, este plantea dudas sobre el esfuerzo de consolidación del país en términos de endeudamiento. «Si la ratio de deuda se mantiene, si no hay suficiente voluntad política para llevar a cabo los ajustes, hasta dónde se va a ir la deuda», se pregunta Arnal.
Con la incertidumbre doméstica en Francia y Alemania, la UE «carece en este momento de un liderazgo fuerte«, advierten desde LLYC. Este es esencial en la relación con EEUU y para impulsar las reformas económicas pendientes. El cambio de modelo industrial y la necesidad de impulsar de una vez por todas la inversión son claves para no perder más competitividad con respecto a las dos mayores economías del planeta.
España y la respuesta de Bruselas a la falta de cuentas
El caso de España es algo diferente. La economía creció al 3,2% el pasado ejercicio y ha dado algo de oxígeno al Gobierno para seguir reduciendo el déficit y la deuda. El primero podría haber cerrado en el entorno del 3%, si bien la segunda permanecía aún en el 104,4% del PIB a finales de septiembre. El problema viene de la dificultad de conformar mayorías suficientes en el Congreso para sacar adelante las reformas, como evidenció la reciente aprobación de un decreto ómnibus despiezado para poder contar con los votos de Junts.
Sobre la posibilidad de que el Ejecutivo no consiga finalmente aprobar unas nuevas cuentas este año, Judith Arnal recuerda que existe cierto margen, por ejemplo ampliando y modificando el crédito «para ir tirando». «Se puede hacer», pero recuerda que el verdadero problema puede llegar a nivel político, si aumenta la presión para que España eleve su gasto en Defensa. Por un lado, está la obligación de cumplir con las reglas fiscales (lo que implicará que habrá que redireccionar gastos públicos) y, por otro, es un tema tabú para algunos socios del Gobierno.
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