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España, Malta, Grecia o Chipre… la crisis alemana sitúa al Mediterráneo como eje de la industria europea

La producción del sector cayó un 2% el año pasado lastrada por la crisis de sus motores tradicionales, Alemania, Francia e Italia, donde la inestabilidad política y la debilidad económica han lastrado la actividad y la inversión.
  • La Eurozona llega a la disputa de aranceles con Trump con un crecimiento raquítico del 0,1%
  • La inflación de la Eurozona escaló en enero al 2,5% a las puertas de la guerra comercial de Trump
  • La economía española creció un 3,2% en 2024 por el empuje de turismo y resistió al frenazo de la Eurozona

La industria europea no levanta cabeza desde hace casi dos años. La producción del sector volvió a caer en 2024, lastrada por la crisis de sus motores tradicionales, Alemania, Francia e Italia. En el caso de las dos mayores economías de la región, a la inestabilidad política y a la debilidad económica se suman los costes energéticos y una inversión demasiado débil para plantar cara a la competencia creciente de China. Para el país transalpino las perspectivas no son mucho mejores.

El sector industrial ha sido durante mucho tiempo uno de los puntales de la economía de la zona euro. En 2023, aportó alrededor del 19% al PIB de la región y dio empleo a un 17% del total de la población activa. El empuje de su industria ha hecho de Europa una pieza clave a nivel global en sectores de alto valor añadido como la automoción y la maquinaria. Sin embargo, la pandemia de Covid y la invasión rusa de Ucrania pusieron en jaque su modelo.

La crisis sanitaria trajo un descenso significativo de la producción de bienes en la Eurozona, mayor incluso que el de los servicios. La recuperación de ambos sectores fue similar pero, a partir de 2022 y a raíz de la guerra en Ucrania y de la subida de los tipos de interés para hacer frente al shock de precios, la producción industrial empezó a estancarse. Tanto es así, que el año pasado no había logrado recuperar aún los niveles previos a la Covid.

Esta evolución dispar de las dos actividades ha permitido despuntar a economías como la española, que se ha mantenido desde entonces en el grupo de las más dinámicas. El año pasado el PIB nacional creció en conjunto un 3,2%, cuando el de la Eurozona tan solo lo hizo un 0,7%. Los últimos datos que reflejan las dificultades que atraviesa la industria europea los ha publicado esta misma semana Eurostat, la oficina de estadísticas europea.

La producción industrial cayó un 2% el año pasado en la región con respecto al ejercicio previo. El descenso fue más acusado en el caso de Alemania (-4%) e Italia (-7,1%), países que representan más de la mitad de la actividad total de la zona del euro. «Alemania, en particular, se ha visto duramente afectada por la combinación de la subida de los precios de la energía y las perturbaciones de la cadena de suministro», esto ha provocado una contracción del 12% de su producción industrial en los últimos cinco años, explica Miguel Ángel González Simón, economista en Funcas Europe, en un artículo publicado por el ‘think tank’.

Frente a estas caídas o la registradas por las industrias francesa (-1,3%) o húngara (-6,4%) destaca la mejora de la producción en países donde este sector tiene un peso menor al de los servicios, como es el caso de Malta (+14,4%), Grecia (+5,9%), Croacia (+5,4%)o Chipre (+3,1%). A lo largo de los últimos cinco años, «los países más pequeños están dando muestras de resistencia y superando la producción industrial media de la zona del euro», señala el experto.

La resiliencia de la industria española

En España (la producción aumentó un 2,6% en el último año), la industria se ha visto beneficiada por unos costes energéticos más bajos, por su menor exposición a la energía rusa y por la disponibilidad de abundante mano de obra cualificada. En un contexto en el que la automotriz ha tenido que plantar cara al aumento de los costes de los insumos, la escasez de semiconductores y las interrupciones de la cadena de suministro, la industria de componentes nacional ha capeado el temporal no sin dificultades.

Ahora, tiene por delante un panorama complejo por el desafío añadido que supone la política proteccionista de Donald Trump y sus nuevas amenazas de aranceles a Europa. El sector del automóvil, que representa alrededor del 10% del PIB español y es responsable del 18% del total de las exportaciones, está muy integrado con la cadena de suministro automovilística alemana, que sería la principal afectada por ese incremento de los impuestos al comercio.

 

 

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