Todos los componentes del IPC subieron en el último mes en el área, liderados por los precios de los servicios, que se incrementaron un 3,9%, y por los alimentos, alcohol y tabaco (que se encarecieron un 2,3%).
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La inflación volvió a acelerarse en enero en la Eurozona y lo hizo cuando analistas y expertos daban por hecho ya que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca iba a desencadenar una guerra comercial de consecuencias aún por ver. El mes pasado la tasa general de IPC escaló una décima entre los países que comparten el euro hasta el 2,5%, su nivel más alto desde julio, después de cuatro meses seguidos al alza.
La batalla contra la subida de los precios no ha terminado, como dejó claro el Banco Central Europeo (BCE) tras la reunión de su consejo de gobierno de la pasada semana. El emisor recortó el precio del dinero en un cuartillo (25 puntos básicos) por quinta vez en ocho meses, si bien considera que el ciclo de relajamiento no ha concluido. Así, la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, incidió en que habrá más rebajas de tipos de interés los próximos meses.
Los datos avanzados este lunes por Eurostat apuntan a que todos los componentes de la inflación subieron el mes pasado, liderados por los servicios –uno de los principales motivos de preocupación para el BCE por su resistencia a bajar-, que se encarecieron un 3,9%, sólo una décima menos que en diciembre
Por detrás se situaron alimentos, alcohol y tabaco, que se incrementaron un 2,3% frente al 2,6% de diciembre; la energía, que subió un 1,8%, cuando en diciembre apenas lo había hecho un 0,1%; así como los bienes industriales no energéticos, cuyos precios crecieron al mismo ritmo que un mes antes, al 0,5%.
Los precios presionan y la economía sigue paralizada
La presión de los precios, aunque menor, se mantiene en un contexto de notable debilidad de la economía de la región. Su PIB se paralizó en el cuarto trimestre y en el conjunto del ejercicio apenas creció un 0,7%, lastrado por la crisis económica y política que atraviesan sus dos principales motores, Alemania y Francia que, como España, siguen sin presupuestos para este año.
La situación de la Eurozona es motivo de preocupación para el BCE o la Comisión Europea porque la brecha de competitividad con las dos mayores economías del planeta se está agrandando y amenaza con sumir al área en una parálisis estructural si la inversión no se recupera. Los aranceles anunciados por Trump para Canadá, México y China pueden agravar esta situación. Más aún de ampliarse a la Unión Europea. De momento, su PIB crece cuatro veces menos que el de Estados Unidos (que avanzó un 2,8% en el conjunto del año pasado) y siete veces menos que el de China, pese a que su PIB frenó al 5% en el mismo periodo.
Mientras, España se mantiene casi como una isla, con un crecimiento que el año pasado fue del 3,2% gracias al impulso del turismo y de los flujos migratorios. En lo que respecta a la inflación, el diferencial se mantuvo negativo para el país por tercer mes consecutivo. La tasa armonizada (referencia que Eurostat toma para poder hacer comparaciones homogéneas entre países) fue del 2,9% a nivel nacional, cuatro décimas por encima de la del área del euro. Esto resta algo de competitividad a España, dado que en la región se encuentran sus principales socios comerciales.
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