Rusia fijará condiciones al retorno de las empresas occidentales tras la guerra
- «Es evidente que la economía rusa ha cambiado. Por eso, las exigencias para las compañías extranjeras sobre localización, inversiones y tecnología serán otras», ha señalado el ministro de Economía de Rusia, Maxim Reshétnikov
- Coca-Cola se prepara para regresar a Rusia y McDonalds estaría calentando motores
- La guerra entre Rusia y Ucrania cumple tres años con la incertidumbre de un acuerdo de paz
El ministro de Economía de Rusia, Maxim Reshétnikov, ha asegurado este sábado que habrá nuevas condiciones para el retorno de las compañías occidentales al país una vez que acabe la guerra en Ucrania.
«Es evidente que la economía rusa ha cambiado. Por eso, las exigencias para las compañías extranjeras sobre localización, inversiones y tecnología serán otras», ha dicho a la prensa local.
Ha destacado que la marcha del país de las marcas extranjeras supuso una oportunidad única para las empresas rusas y, gracias al apoyo estatal, «la aprovecharon en su totalidad».
Las compañías rusas «invirtieron mucho en ocupar los nichos liberados por las compañías extranjeras. Para nosotros es muy importante que esas inversiones sean cubiertas», ha destacado.
«Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta los intereses de los consumidores y mantener la variedad en el mercado para garantizar la competencia y mantener los precios. En ese sentido, el mercado ruso estuvo y sigue abierto», ha apuntado.
Por todo ello, el ministro ha subrayado que «todas las decisiones se tomarán de manera individual teniendo en cuenta esos dos factores». En la misma línea, el presidente ruso, Vladímir Putin, solicitó el viernes al Gobierno que garantice la defensa de los intereses de los productores nacionales.
Al tiempo que admitió que la Organización Mundial de Comercio (OMC) ha puesto algunas trabas a Rusia, instó a regularizar el regreso de las compañías extranjeras manteniendo las preferencias para las empresas rusas.
La primera ronda de negociaciones entre altos representantes de Rusia y Estados Unidos esta semana en Riad ha disparado las especulaciones sobre un posible retorno al mercado ruso de compañías estadounidenses.
El jefe del fondo soberano ruso Kiril Dmítriev, que participó en las negociaciones en Arabia Saudí, inició estas especulaciones al augurar «el retorno de una serie de compañías estadounidenses ya en el segundo trimestre de 2025″.
Dmitriev, según el cual la salida del mercado ruso en 2022 costó a las empresas estadounidenses más de 300.000 millones de dólares, afirmó que «el proceso de retorno no será fácil, muchos nichos ya están ocupados».
Según el medio digital Mash, Coca-Cola ya se prepara para regresar a Rusia y McDonalds estaría calentando motores para recuperar su red local, según el periódico ‘Argumenti y Fakti’.
Especial interés causó la noticia publicada por los medios digitales Life News y Shot del interés de la aeronáutica Boeing de regresar al mercado ruso, hasta el punto de que obligar al Kremlin a comentar este rumor.
«No disponemos de tal información y no hemos visto en ningún lugar declaraciones de Boeing al respecto», afirmó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
La presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúlina, también tuvo que salir al paso sobre el posible retorno de Visa y Mastercard y zanjó que, «de momento, resulta anticipado hablar al respecto».
Mientras, Rusia sí está dispuesta a considerar la reanudación de la venta de titanio a la corporación estadounidense Boeing, según aseguró la víspera el vice primer ministro ruso Denís Mánturov.
Proyecto unilateral para terminar con la guerra
Por otra parte, el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, ha anunciado este sábado la presentación unilateral ante la Asamblea General de Naciones Unidas de una «sencilla e histórica» propuesta de resolución para terminar con la guerra de Ucrania a través de una «paz duradera».
El comunicado de Rubio no presenta el texto en sí pero la agencia DPA se ha hecho con una copia de la propuesta, muy escueta, que se limita lamentar la pérdida de vidas y a implorar un rápido final al conflicto. Contrasta con otra declaración respaldada por Europa que exige la retirada «inmediata, completa e incondicional» de Ucrania de las fuerzas de Moscú, algo que la Casa Blanca no incluye en su proyecto de resolución.
La propuesta estadounidense tampoco responsabiliza explícitamente a Rusia de la invasión ni la denomina como estado agresor, como sí hace la europea. En su anuncio, publicado en su cuenta de la red social X, Rubio explica que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, «está comprometido a poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania y a lograr una resolución que conduzca a una paz duradera, no solo a una pausa temporal».
Rubio defiende la importancia de poner fin a un conflicto que «se ha prolongado demasiado tiempo y ha tenido un precio demasiado terrible para Ucrania y Rusia». Por ello, Estados Unidos «ha propuesto una resolución simple e histórica en Naciones Unidas» y llama al respaldo de todos sus miembros para «trazar un camino hacia la paz».
«Esta resolución es coherente con la opinión del presidente Trump de que la ONU debe volver a su propósito fundacional, consagrado en la Carta de la ONU, de mantener la paz y la seguridad internacionales, incluida la solución pacífica de las disputas», ha indicado Rubio.
El secretario de Estado de EEUU estima que «si las Naciones Unidas están comprometidas de verdad con su propósito original, hay que reconocer que, si bien pueden surgir desafíos, el objetivo de una paz duradera sigue siendo alcanzable.»
«Mediante el apoyo a esta resolución, afirmamos que este conflicto es terrible, que la ONU puede ayudar a ponerle fin y que la paz es posible», ha añadido el secretario de Estado.
«Creemos firmemente que éste es el momento de comprometernos a poner fin a la guerra. Ésta es nuestra oportunidad de generar un impulso real hacia la paz. Instamos a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas a que se unan a Estados Unidos en esta solemne tarea», ha concluido Rubio.
Fuentes de la agencia rusa TASS han confirmado que Rusia ha tomado nota de la propuesta de EEUU y ha pedido enmendar el proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU de Estados Unidos sobre Ucrania con un añadido que llama a «abordar las causas fundamentales del conflicto».
La guerra cumple tres años
La guerra entre Rusia y Ucrania está en un callejón sin salida militar tres años después de la invasión ordenada por Vladimir Putin. Ambos ejércitos son incapaces de realizar grandes avances en este momento del conflicto, pero el final político parece más cerca que nunca tras la aparente predisposición de Washington y Moscú a restablecer relaciones, mientras crece el temor de que sea a expensas de Kiev.
Rusia logró sus primeros triunfos militares en varios meses coincidiendo con la reelección en marzo de Putin para un quinto mandato, a medida que las tropas ucranianas se iban quedando sin municiones y los aliados de Kiev tampoco se decidían a permitir el uso de su armamento de largo alcance sobre territorio ruso.
Si bien las tropas de Moscú han avanzado muy lentamente en la región de Donbás y el frente sur, atrás quedan los importantes logros durante el inicio del conflicto, quedándose a las puertas de Kiev y de Járkov, la segunda ciudad del país.
Actualmente, Rusia controla casi todo el este del país, parte de las provincias de Zaporiyia y Jersón, en el sur de Ucrania, así como la península de Crimea, la cual se anexionó en 2014. El área bajo control ruso alcanza algo más de 108.000 kilómetros cuadrados, lo que supone el 18 por ciento del territorio ucraniano.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha establecido la recuperación de estos territorios como una de las líneas rojas de la negociación. Sin embargo, se trata de una pretensión que las nuevas autoridades de la Administración Trump han valorado como poco realista.
Mientras tanto, es poco probable que las pequeñas áreas tomadas tras la invasión ucraniana de la provincia de Kursk sean moneda de cambio suficiente. Aquella sorpresiva incursión es uno de los pocos grandes éxitos de Kiev en esta guerra tras recuperar en 2022 las capitales de Járkov y Jersón.
Las pérdidas y el desgaste en ambas partes han sido mayúsculas después de tres años de guerra. Ucrania ha iniciado su particular lucha para impedir la huída de todo hombre en edad de reclutamiento, teniendo que recurrir incluso a la población penitenciaria para rellenar los huecos dentro de su Ejército.
Rusia ha tenido que hacer varios llamamientos a filas y ha engrosado sus fuerzas con combatientes chechenos y norcoreanos, destinados estos últimos a la defensa de Kursk. Según Kiev, Rusia ha tenido cerca de 850.000 bajas, entre muertos y heridos, mientras que unos 430.000 ucranianos habrían corrido la misma suerte.
Durante este 2024 se han intensificado los ataques, especialmente con drones. Ucrania finalmente recibió el visto bueno de algunos de sus socios para emplear sus misiles de largo alcance sobre bien entrado el territorio ruso. Una de las últimas concesiones de Joe Biden antes de devolver las llaves de la Casa Blanca a un Trump cuya postura con respecto a esta guerra dista de la adoptada por el demócrata.
Cambio de escenario
Trump, quien ha machacado con la idea de que con él en la Casa Blanca la invasión de Ucrania no se habría producido, ha insistido en sentar a las partes a negociar, esgrimiendo el gran número de bajas que han ido sufriendo ambos bandos estos tres años de guerra y sobre todo el importante dispendio económico de Estados Unidos.
A su vez, ha hecho algo que parecía imposible hace unos meses: que Washington y Moscú, restablezcan relaciones al más alto nivel, con la idea de un encuentro entre Putin y Trump, que ha pillado en fuera de juego a los líderes europeos, que cierran filas alrededor de un Zelenski cada vez más cuestionado desde el Despacho Oval.
En Riad, la capital saudí, los responsables de la diplomacia de Washington y Moscú, Marco Rubio y Sergei Lavrov, acordaron seguir negociando para «terminar cuanto antes» la guerra de Ucrania, que con la nueva administración estadounidense ha quedado evidenciada la fragilidad de su rol en un conflicto con tintes globales.
Mientras, en Europa vuelven a escucharse las voces de quienes defienden crear un ejército común y distanciarse de las reglas que marca Washington en política internacional, con un Trump que pretende relegar la defensa de Ucrania en Europa y mira con recelo a sus socios de la OTAN, a los que reprocha no estar esforzándose lo suficiente para garantizar su propia seguridad ante amenazas externas.
El regreso de Trump ha modificado las reglas del juego en apenas unos días. El magnate quiere acelerar un proceso de paz que le reportaría importantes réditos políticos -él siempre ha dicho que con él no habría habido guerra- y centrarse en su gran desafío internacional para esta administración republicana: China.
La conversación entre Putin y Trump parece el primer paso para firmar una paz que llegará con cientos de miles de muertos sobre la mesa y con el recelo desde Ucrania y Europa de que sólo cubra los intereses de Washington y Moscú, como ya ha dejado entrever el magnate republicano al exigir a Kiev acceso a sus recursos minerales como pago a toda la ayuda económica estadounidense de estos años.
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